Que no es Macondo. Es Medellín, la mañana siguiente a nuestra llegada, cuando nos topamos, semidesnudos, con una bienvenida matutina que, lejos de darnos miedo, nos sorprendió y provocó nuestras primeras sonrisas. Un tío -aquí dirían un man- limpiaba los cristales de la casa que nos habían prestado para nuestra primera semana en Colombia, la tierra donde todo es posible.¡ Y tanto!, por lo pronto, nuestro objetivo se veía cumplido: desayunamos arepas mientras nos limpiaban las legañas para poder despertarnos de lo que ya no era un sueño.
jueves, octubre 26, 2006
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