El primer
sanandresito que hemos vivido en Medallo es un mercadillo muy popular llamado
San Alejo, que se instala en la
plaza Bolívar el primer sábado de cada mes. Es una suerte de zoológico humano y artístico donde, sin problema alguno, puedes encontrar todo lo que no te haga falta. Sí, lo que no necesitas... Pero tiene unas preciosidades que, aderezadas con el ambiente que allí se respira, invitan a rascarse el bolsillo y buscar
plata para comprar un
Sagrado Corazón o unos
aretes de pluma de
guacamaya, o bien una cigarrera bien antigua con música. Todo un bául de lo recuerdos, un cajón desastre para los amantes -como yo, soy Paky- de comprar lo bello y prescindible.

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