
David sigue supercontento -¿acaso lo habeís visto alguna vez en vuestra vida triste?- y riéndose sobre todo cuando pasa por edificios, como el Coltejer que le encantan porque le recuerdan cuando era niño y vivía en Carlos E. Restrepo, un barrio superchévere.

Los cristos siguen formando parte de su vida, bueno de la nuestra, y estamos armando una colección religiosa que ya quisiera una biata para sí. El cristo que veis es el Corazón de Jesús, unn santo varón que camella muchísimo en estas tierras de reconocida violencia. Lástima que aún no se conozcan todos sus encantos...Nosotros nos autoproclamamos embajadores del bien de Medellín. David con las fotos y yo con el texto, como siempre.
Aleja (con vestido chino junto al susodicho Corazón de Jesús) me viene que ni perfecta para poder explicarnos otra de mis rutinas: hago origami o papiroflexia una vez a la semana (sí, cómo dijo Miguel, el rubio, es insoportable, origami en el Trópico).
La chinita que está abajo la he hecho yo con mis propias manos, aunque ni yo mismo me lo creo. De hecho creo que sin la profe no haría de nuevo nada. Pero es bonita, si o qué?


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